La vida cotidiana ofrece a los niños innumerables oportunidades de aprendizaje y desarrollo. Es decir, no necesitamos crear actividades “artificiales” de coordinación viso-motora, de desarrollo perceptivo, orientación espacial, de desarrollo de pensamiento matemático, de lenguaje, etc. Todos esos aprendizajes se pueden activar dentro de las actividades cotidianas del hogar si hacemos participar a nuestros hijos de estas actividades, involucrándolos como ayudantes, permitiendo que participen desde sus posibilidades, desde lo que pueden hacer. Para ello, necesitamos:
- Confiar en sus capacidades.
- Apostar por el desarrollo de su iniciativa y autonomía.
- Tener paciencia porque aún no son expertos como nosotros, están aprendiendo.
- Darles tiempo para hacer las cosas a su ritmo, sin apresurarlos, permitiéndoles equivocarse y aprender de su error.
Las actividades del hogar como lavar los servicios, la ropa, barrer, limpiar, tender las camas, regar las plantas, preparar la comida, etc. ofrecen a los niños oportunidades para
- Activar su desarrollo perceptivo.
- Desarrollar nociones matemáticas.
- Desarrollar su coordinación: motora fina, visomotora (ojo-mano)
- Desarrollar hábitos de limpieza, orden, cuidado, uso de los recursos.
- Desarrollar su lenguaje y su comunicación oral.
- Desarrollar su seguridad, autoestima.
- Desarrollar el pensamiento científico a través de la preguntas que se van haciendo los niños en su afán por comprender el mundo
- Aprender a resolver problemas, anticipar soluciones.
Por ejemplo, ayudar a lavar las papas, es una oportunidad para
- Activar su desarrollo perceptivo (“el agua está fría”, “esta papita tiene manchas moradas”, etc.)
- Desarrollar su coordinación visomotora.
- Aprender a cuidar un recurso importante como el agua.
- Desarrollar las nociones de forma (“estas papas son redonditas”), tamaño (“estas papitas son más pequeñitas, son las bebés”, “esta es la más grande” “esta es la más pequeña”).
- Desarrollar la noción de número: ordenar (hacer grupos, clasificar), comparar cantidades (“hay más papas amarillas que moradas”), contar cuántas papas hay (cardinalidad - “hay cinco papitas pintadas de morado”).
Por ejemplo, luego de lavarlas pueden ordenar las papás y en ese orden ver que hay diferentes formas de componer los números como en la foto 4 es 2 veces 2 .
O que 6 es 2 veces 3. También pueden comparar cantidades haciendo filas. Así solo observando pueden ver que hay más papas amarillas que moradas.
Muchas propuestas educativas como Montessori, Waldorf, Reggio Emilia, incluyen este tipo de experiencias dentro de las actividades diarias del jardín, ocupando estas actividades un lugar muy importante. Los niños aprenden a poner la mesa, lavarse las manos, fregar los platos, cortar los alimentos que comerán, barrer, etc. y lo hacen diariamente organizados en grupos, porque han identificado que eso les permite desarrollar su concentración, coordinación, sentido de orden, seguridad en sí mismos y también porque aumenta su autoestima al sentirse eficientes, capaces, que confían en sus capacidades.
Ahora que los niños están en casa y todas esas actividades forman parte de la vida cotidiana, por qué no educar desde ahí.
En estos links pueden ver videos de cómo los niños aprenden con las actividades cotidianas en un jardín Montessori, y en un jardín Waldorf. Espero que viendo esos ejemplos, se animen educar a sus niños desde las experiencias cotidianas del hogar, sin agobiarse pensando en que hay que hacer actividades adicionales, y dejando de aprovechar lo más significativo y potente para el aprendizaje.